Ahora que me encuentro ante la
tarea de redactar un pequeño “proyecto” para afrontar una nueva y sencilla
necesidad tratada con las personas y organización con la que desde
Amigosolidarios (www.amigosolidaros.com)
, estamos trabajando en Uganda, NEFAHA, al ponerme ante el ordenador y afrontar
su escritura, me he vuelto acordar de un artículo aparecido en su día en el
semanario internacional The Economist,
“contrastado” el mismo, en el tiempo a través de la lectura de proyectos de
cooperación.Una realidad, que desde mi modesto punto de vista, podríamos pensar que se debate entre lo jocoso, lo surrealista y la absurdez en algunos casos, cada puede pensar lo que quiera, veamos de que hablo y cada quien se hace su idea:
Cualquiera que haya viajado por África sabe lo cotidiano que es
encontrarse con estas escenas al caer la tarde: un grupito de mujeres sentadas
bajo un árbol bordando telas, o una ruidosa chiquillería corriendo detrás de un
balón en el recinto de una escuela, o un hombre que riega sus matas de tomate
en su huerto familiar. Pero desde hace algunos años actividades como estas se
mencionan con un lenguaje nuevo: las bordadoras dicen que están “trabajando en
su proyecto de género”, los maestros dicen que los improvisados futbolistas
están “recibiendo apoyo psico-social” y
el hombre de la regadera en la mano asegura que está concentrado en sus “actividades generadoras de ingresos”. Y si estuviera regando cuatro arbolitos en un
vivero, es probable que nos hablara de su “esquema integrado de desarrollo
medioambiental”.
Bienvenido al mundo de las ONG, de los políticos, de lo
“políticamente correcto”, que ha acuñado su propio lenguaje, usado hoy por
propios y extraños en el rincón más apartado del continente y que a mi entender
hace inexplicable las cosas sencillas y cotidianas, que lo complican todo y
nadie entiende, cuando nuestra lengua es rica en palabras y expresiones, mucho
más adecuadas y cercanas a la realidad de todos.
Hablando del reciente referéndum
por la independencia en el Sur de Sudán, el semanario, cita el caso de una
mujer dinka que, tras depositar su voto, dijo orgullosa sentirse “como una verdadera parte interesada”.
Lo mismo da que se este en una
oficina de una capital africana o en una aldea remota del interior. Y es que hasta las personas con
pocos estudios usan hoy términos aprendidos en “talleres”, como
“empoderamiento”, “fortalecimiento institucional”, “construcción de
capacidades”, “sociedad civil”, “facilitadores”, “inclusión”, “grupos focales”
y “personas en situación vulnerable”. Se trata de palabras que,
convenientemente hilvanadas, obran maravillas y se abren paso sin oposición.
Como dice el autor del artículo citado: ¿quién se atrevería a rechazar la
posibilidad de elevar las habilidades de facilitación de los practicantes de
desarrollo con el objetivo de fortalecer
las capacidades de las mujeres con desventaja de género?
Lo malo del asunto es que a menudo
se acaba por crear una "élite de especialistas" en esta jerga que saben cómo
formular proyectos en los que se espera que se use este lenguaje que hace
posible recibir la financiación deseada. Los que no lo manejan, como puede ser
el caso de unas monjitas o de una modesta ONG local, se quedan fuera del
círculo de ayudas al desarrollo aunque lleven años realizando una trabajo
esencial para la
población. El uso de la palabra adecuada puede terminar
abriendo la puerta que se desea. Aunque quien la use no esté muy seguro de lo
que significa.
Vayan otros ejemplos, sacados
todos de abultadísimos informes y proyectos de diferentes ong:
Construir aulas se llama hoy «acción
socio-educativa». Los que llevan toda su vida dedicados a dar de comer
al hambriento –ya sea en acciones de emergencia o desarrollando cooperativas
agrícolas- en realidad estaban haciendo «esquemas de seguridad
alimentaria». Las monjas que han gastado su vida en luchar por la
dignidad de la mujer en África no lo sabían, pero estaban dedicadas a la «igualdad
de genero y el empoderamiento de la mujer»; los curas que entre misa y
misa han plantado miles de árboles realizaban «acciones de apoyo a la
protección medioambiental», los que han tratado de poner un poco de
paz en situaciones de violencia cuando las cosas se ponen feas hacían «
procesos de transformación de conflictos », los que han estado horas y
horas escuchando las mil desgracias de sus feligreses tampoco eran conscientes
de ello, pero en realidad hacían « programas de apoyo psicosocial »
y los que durante sus vacaciones en España daban charlas en colegios o parroquias
para despertar las conciencias de sus compatriotas estaban involucrados en «
acciones de sensibilización a la ciudadanía y educación al desarrollo……………y palabras y
“conceptos” por el estilo, “monitorización”, “procesos de evaluación
interna on-going”………… si quiere considerarse, me temo un buen informe o proyecto, todos
ellos, encuadrados nunca mejor dicho dentro del “marco lógico” .
Mi experiencia personal, en el
terreno, mi contacto con la gente en y
del terreno, gente con contacto real con la situación, (en Etiopia: Asayta –
Paco, Wukro - Angel Olaran, en Uganda: Kitgum – Teddy, Bujagali –Aidha, por ejemplo) nunca me
hablaron, nunca hablamos así, y siempre entendemos el problema………………al hambre
le llamamos, hambre, a la falta de hospital, falta de hospital, falta de
educación, es falta de escuelas, es falta de maestros……..etc, etc, sencillo,
claro, conciso y todos nos entendemos perfectamente.
Quizás, no seamos lo
suficientemente inteligentes, ni estemos lo suficientemente formados en el
sistema, quizás no tengamos la suficiente experiencia, vaya usted a saber,
también y a fuerza de ser malicioso, todos sabemos que para poder “cobrar”
ciertos informes, en cualquier ámbito,
lo mejor hacerlo ininteligibles, quien los va a cuestionar??????, con lo fácil
que parece llamar a cada cosa por su nombre, cuando nuestra lengua es rica en palabras y expresiones, mucho más adecuadas y cercanas a la realidad de todos.
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