domingo, 13 de mayo de 2012

LA IMPORTANCIA DE UN NOMBRE (Entre lo jocoso, lo surrealista y la absurdez)

Ahora que me encuentro ante la tarea de redactar un pequeño “proyecto” para afrontar una nueva y sencilla necesidad tratada con las personas y organización con la que desde Amigosolidarios (www.amigosolidaros.com) , estamos trabajando en Uganda, NEFAHA, al ponerme ante el ordenador y afrontar su escritura, me he vuelto acordar de un artículo aparecido en su día en el semanario internacional  The Economist, “contrastado” el mismo, en el tiempo a través de la lectura de proyectos de cooperación.

Una realidad,  que desde mi modesto punto de vista, podríamos pensar que se debate entre lo jocoso, lo surrealista y la absurdez en algunos casos, cada puede pensar lo que quiera, veamos de que hablo y cada quien se hace su idea:


Cualquiera que haya viajado por África sabe lo cotidiano que es encontrarse con estas escenas al caer la tarde: un grupito de mujeres sentadas bajo un árbol bordando telas, o una ruidosa chiquillería corriendo detrás de un balón en el recinto de una escuela, o un hombre que riega sus matas de tomate en su huerto familiar. Pero desde hace algunos años actividades como estas se mencionan con un lenguaje nuevo: las bordadoras dicen que están “trabajando en su proyecto de género”, los maestros dicen que los improvisados futbolistas están “recibiendo apoyo psico-social” y el hombre de la regadera en la mano asegura que está concentrado en sus “actividades generadoras de ingresos”.  Y si estuviera regando cuatro arbolitos en un vivero, es probable que nos hablara de su “esquema integrado de desarrollo medioambiental”.

Bienvenido al mundo de las ONG, de los políticos, de lo “políticamente correcto”, que ha acuñado su propio lenguaje, usado hoy por propios y extraños en el rincón más apartado del continente y que a mi entender hace inexplicable las cosas sencillas y cotidianas, que lo complican todo y nadie entiende, cuando nuestra lengua es rica en palabras y expresiones, mucho más adecuadas y cercanas a la realidad de todos.

Hablando del reciente referéndum por la independencia en el Sur de Sudán, el semanario, cita el caso de una mujer dinka que, tras depositar su voto, dijo orgullosa sentirse “como una verdadera parte interesada”.

Lo mismo da que se este en una oficina de una capital africana o en una aldea remota del interior. Y es que hasta las personas con pocos estudios usan hoy términos aprendidos en “talleres”, como “empoderamiento”, “fortalecimiento institucional”, “construcción de capacidades”, “sociedad civil”, “facilitadores”, “inclusión”, “grupos focales” y “personas en situación vulnerable”. Se trata de palabras que, convenientemente hilvanadas, obran maravillas y se abren paso sin oposición.
Como dice el autor del artículo citado: ¿quién se atrevería a rechazar la posibilidad de elevar las habilidades de facilitación de los practicantes de desarrollo  con el objetivo de fortalecer las capacidades de las mujeres con desventaja de género?

Lo malo del asunto es que a menudo se acaba por crear una "élite de especialistas" en esta jerga que saben cómo formular proyectos en los que se espera que se use este lenguaje que hace posible recibir la financiación deseada. Los que no lo manejan, como puede ser el caso de unas monjitas o de una modesta ONG local, se quedan fuera del círculo de ayudas al desarrollo aunque lleven años realizando una trabajo esencial para la población. El uso de la palabra adecuada puede terminar abriendo la puerta que se desea. Aunque quien la use no esté muy seguro de lo que significa.

Vayan otros ejemplos, sacados todos de abultadísimos informes y proyectos de diferentes ong:

Construir aulas se llama hoy «acción socio-educativa». Los que llevan toda su vida dedicados a dar de comer al hambriento –ya sea en acciones de emergencia o desarrollando cooperativas agrícolas- en realidad estaban haciendo «esquemas de seguridad alimentaria». Las monjas que han gastado su vida en luchar por la dignidad de la mujer en África no lo sabían, pero estaban dedicadas a la «igualdad de genero y el empoderamiento de la mujer»; los curas que entre misa y misa han plantado miles de árboles realizaban «acciones de apoyo a la protección medioambiental», los que han tratado de poner un poco de paz en situaciones de violencia cuando las cosas se ponen feas hacían « procesos de transformación de conflictos », los que han estado horas y horas escuchando las mil desgracias de sus feligreses tampoco eran conscientes de ello, pero en realidad hacían « programas de apoyo psicosocial » y los que durante sus vacaciones en España daban charlas en colegios o parroquias para despertar las conciencias de sus compatriotas estaban involucrados en « acciones de sensibilización a la ciudadanía y educación al desarrollo……………y palabras y “conceptos” por el estilo, “monitorización”, “procesos de evaluación interna on-going”………… si quiere considerarse, me temo un buen informe o proyecto, todos ellos, encuadrados nunca mejor dicho dentro del “marco lógico” .


Mi experiencia personal, en el terreno, mi contacto con la  gente en y del terreno, gente con contacto real con la situación, (en Etiopia: Asayta – Paco, Wukro - Angel Olaran, en Uganda: Kitgum – Teddy,  Bujagali –Aidha, por ejemplo) nunca me hablaron, nunca hablamos así, y siempre entendemos el problema………………al hambre le llamamos, hambre, a la falta de hospital, falta de hospital, falta de educación, es falta de escuelas, es falta de maestros……..etc, etc, sencillo, claro, conciso y todos nos entendemos perfectamente.

Quizás, no seamos lo suficientemente inteligentes, ni estemos lo suficientemente formados en el sistema, quizás no tengamos la suficiente experiencia, vaya usted a saber, también y a fuerza de ser malicioso, todos sabemos que para poder “cobrar” ciertos informes, en cualquier ámbito,  lo mejor hacerlo ininteligibles, quien los va a cuestionar??????, con lo fácil que parece llamar a cada cosa por su nombre, cuando nuestra lengua es rica en palabras y expresiones, mucho más adecuadas y cercanas a la realidad de todos.