jueves, 15 de septiembre de 2011

DEPORTE Y VALORES – TERCER MUNDO - VALORES Y DEPORTE (4/4)

LOS VALORES EN LA PRÁCTICA DEPORTIVA

 Valores considerados por Gómez Rijo (2003)

TOLERANCIA : aceptación de diferencias hacia actitudes opiniones o conductas.


INTEGRACION: inclusión de todas las personas sin distinción de raza, genero, religión, clase social o capacidad, de forma que se considere como un todo homogéneo.



SOLIDARIDAD: Incorporación desinteresada de una o varias personas o de un grupo para alcanzar el bien común.


 AUTONOMIA: Independencia de la persona en su comportamiento



PARTICIPACION: Realización de la tarea propuesta



IGUALDAD: Oportunidad de acceder a cualquier situación con las mismas condiciones.



Esta concienciación pasa por dejar claro que el deporte por sí sólo no educa; son los profesores y entrenadores, los padres y las madres los responsables de que esto suceda y, por lo tanto, su coordinación es fundamental. De igual forma, parece claro al analizar los conceptos relacionados con este término que un planteamiento unilateral de los mismos no conduciría a los fines deseados, debiendo promover su desarrollo desde un planteamiento general en el que todos los estamentos involucrados aúnen esfuerzos, instituciones educativas y deportivas, técnicos, entrenadores y profesores, y familias ofreciendo programas y actividades consensuados y organizados de actividades.


Allí, está claro que han de recibir algo de ayuda para poder poner en marcha todas estas “posibilidades”, pero al igual que el resto de ideas o proyectos.

La trasmisión de valores mediante la práctica deportiva, el desarrollo de valores personales y sociales debe hacerse mediante un planteamiento que considere las características y circunstancias de los alumnos y deportistas, las del contexto, y las de los agentes implicados en el mismo, de forma que se generen unas directrices precisas que fomenten ese gran potencial que atesora la práctica deportiva.


Si quires tener todo el texto completo, aquí tienes los enlaces 1/4 - 2/4  y 3/4





miércoles, 14 de septiembre de 2011

DEPORTE Y VALORES – TERCER MUNDO - VALORES Y DEPORTE (3/4)

En la sociedad actual, los valores y creencias están presentes con una constancia inexorable; vivimos inmersos en ellos y nuestra vida se ve determinada por una ideología propia del tiempo en el que se desarrolla y del contexto en el que nos encontramos y esto tanto vale aquí, como allí.

 Los juegos, el deporte se caracterizan por ser actividades en las que hay que aprender a jugar, hay que realizar unas determinadas acciones y evitar otras, siguiendo unas reglas. Reglas  entendidas como obligaciones aceptadas voluntariamente y, por eso, la competición tiene lugar dentro de un acuerdo que son las propias reglas.

La regla implica relaciones sociales o interindividuales, ya que en la regla además de la regularidad hay una idea de obligación que supone la existencia de dos individuos por lo menos. Lo que implica el sentido de regularidad impuesta por el grupo y su violación  epresenta una falta.


En todos los casos aparece una competición entre los individuos, la victoria de unos individuos sobre los demás y la regulación mediante un código transmitido de generación en generación, o por acuerdos improvisados. Pero incluso la satisfacción de la victoria debe estar legitimada por el código mismo del juego y por una moral del honor y del “fair-play”.
Cuando observamos a los niños pequeños, estos se inician en los juegos con las reglas más elementales y, sólo a medida que se hagan expertos, incorporarán e inventarán nuevas reglas. Su práctica va haciendo que las reglas de sus juegos cada vez sean más complejas, pero también van modificando la conciencia de estas reglas y su representación, accediendo progresivamente a una concepción democrática de la regla. Con lo que entienden que las reglas no son más que el acuerdo de la mayoría de los participantes, y esto mismo es lo que las legitima. Y este mismo acuerdo les permite modificarlas, legitimar dichos cambios y situar su origen en las mismas interacciones infantiles.

Tampoco tendríamos que perder de vista que el tipo de sociedad y cultura determina en una medida muy considerable las relaciones posibles de un individuo con otros. Así, las relaciones entre niños de distinta edad son frecuentes en muchas culturas, aunque más en sociedades tradicionales donde es muy corriente la crianza por hermanos. (este caso lo viví muy directamente en Wukro – Etiopia, dentro del programa de huérfanos que lleva a cabo desde hace ya 20 años por lo menos, el padre Angel Olarán y me dejo gratamente sorprendido su funcionamiento y la armonía detectada en las 
Al fin y al cabo, para Delval (1997) el desarrollo es en parte un diálogo con lo que rodea al niño, como la interacción que se produce con los demás miembros de la sociedad bajo unas determinadas regulaciones sociales. Y es en esa interacción donde los adultos, de alguna forma, moldean las ideas de los niños y transmiten las ideas dominantes de la sociedad, produciéndose esto de forma mucho más pronunciada en algunas sociedades tradicionales, haciendo que el cambio cultural y generacional sea menor.
Podríamos concluir diciendo que la práctica de juegos y deportes, tanto en la escuela como fuera de ella, tiene muchos aspectos educativos muy importantes, ya que aprenden unas reglas propias de cada juego pero también aprenden a coordinar sus acciones y a regular la competición.
Y a la vez puede ser un medio para que, por primera vez, reflexionen (aunque sea de forma inconsciente) sobre la naturaleza, el origen y la posible modificación de la regla. Llegando a entender, según el planteamiento piagetiano, que para llegar a la última Etapa de este conocimiento o “Etapa Democrática”es fundamental la propia interacción de los niños sin la intervención de los mayores, para así poder jugar con las reglas y tener que establecer cuerdos que con el paso del tiempo llevarán a entender que la opinión de la mayoría de los participantes legitima familias de los niños y chavales huérfanos, avocados a este tipo de “crianza” crecimiento y desarrollo personal).cualquier cambio. Que es lo mismo que legitima cualquier norma social o ley.

Y no sería esto la esencia de la DEMOCRACIA???.

No es uno de los mejores valores que poseemos las sociedades libres?, normalmente unido a la sociedades más avanzadas? Y como llegamos nosotros a ella?, No sería por el conocimiento?, es decir por la educación?

Pues lo tenemos todo, el deporte puede ser un “arma” que aporte su granito de arena para la consecución de estos objetivos, único camino, en mi modesta opinión de ayudarles a crear y desarrollar sus propios países, su propias vidas y consolidarse como naciones y como pueblos, siendo lo que ellos quieran ser y como ellos quieran ser.


martes, 13 de septiembre de 2011

DEPORTE Y VALORES – TERCER MUNDO - VALORES Y DEPORTE (2/4)

El Deporte escolar, el Deporte con niños debe promover los valores que el deporte debe y puede desarrollar.

Las prácticas que se organicen deben buscar el desarrollo integral, el desarrollo del cuerpo y de la mente, de la autoestima, el sentido ético y moral, de responsabilidad, de autonomía, de superación y de relación y aceptación de los demás, aceptación de las normas, de cooperación, responsabilidad, etc. y todo esto en un clima lúdico y de disfrute.

El deporte es una institución, una forma de vida por su complejidad, no podemos abordar el estudio de la educación física y deporte en términos puramente técnicos y su trascendencia social hace que muchas veces sea un elemento señero a la hora de conseguir fines e integraciones que de otra forma parecerían impensables.

Quizás y según como lo veamos y desde donde podremos escuchar y aducir discrepancias con lo expresado y más desde nuestra sociedad absolutamente competitiva a todos los niveles, incluido el relacionado con el Deporte, estas críticas o desconformidad, bien podría basarse  en la progresiva relevancia del deporte como fenómeno social y su forma de practicarlo, poniendo en tela de juicio su aspecto formativo en lo referente fundamentalmente a los valores éticos, derivados de una mal concebida rivalidad que traspasa las propias pistas de deporte, trasladándose a las gradas, de ahí a las calles y de estas a ciudades “rivales” y de una manera cada vez más preocupante derivando en actos de violencia.
De acuerdo con lo dicho anteriormente, queda claro que el Deporte puede utilizarse con buenos y malos propósitos. Bien aplicado, puede enseñar resistencia y estimular un sentimiento de juego limpio y un respeto por las reglas, un esfuerzo coordinado y la subordinación de los intereses personales a los del grupo.
El deporte, como quisiera entenderlo o que se entendiera para su aplicación y extensión por aquellos lugares que nos ocupan, está relacionado con el disfrute, con la posibilidad de relacionarse con otros, el desarrollo y mejora física y de la salud, el desarrollo de la autoestima, con vivir nuevas experiencias, aliviar el estrés y que su práctica esté muy relacionada con el fomento de una serie de valores y comportamientos relacionados con el afán de superación, la disciplina, el autocontrol y la responsabilidad.
 También se podría considerar la función moral del deporte, entendiendo deporte como una escuela de civismo y moralidad, que desarrolla cualidades como, “la lealtad frente al adversario, el compañerismo, el respeto hacia las reglas, disciplina, conocimiento de sí mismo y de sus reacciones, comprensión de un medio social y de sus dificultades, nociones de higiene, dietética, regímenes de vida y primeros auxilios, dándole a su vez la posibilidad de enfrentar problemas de organización, permitiéndole el desempeño de ciertos roles”.
Si creemos lo anteriormente expresado, significaría  ser conscientes de su validez como herramienta pedagógica necesaria para participar y promover un modelo de relación educativa que favorezca la igualdad de oportunidades a través de la integración y, al mismo tiempo, el reconocimiento de las identidades minoritarias a través de la atención a su diversidad cultural.
 Pero por otro lado y en esta parte del mundo, en esta en la que hemos tenido la fortuna de nacer, en muchas ocasiones tenemos la virtud de distorsionar las cosas, sobrepasar su esencia y el deporte no escapa a tales manipulaciones o mal interpretaciones, llegando a hacer que también se destacan efectos que pueden llegar a ser nocivos, como los factores de competencia, de violencia, de alienación, de agravamiento de las tensiones y conflictos sociales y de desunión internacional, ya que el deporte también se ha utilizado como un instrumento político desde muchos regímenes.
Todos imaginamos más de un ejemplo. (Os recomiendo, a parte de por su amenidad y por ser uno de los “grandes”, Emil Zátopek, os leáis el libro “Correr” de Jean Echenoz, también fue utilizado políticamente, uno entre tantos casos)
Para el aseguramiento del éxito de esta herramienta  deberemos proponernos la participación de todos los sectores implicados, lo cual fundamentará en mayor medida el éxito del proyecto, entendiendo que este proceso debe realizarse a través de una intervención social.
Quizás suene complejo, pero yo prefiero pensar que en un entorno como el que yo me encuentro en el colegio de Kitgum, con todos esos niños “apartados” por, de la sociedad a nivel igualitario, la intervención social podría empezar por el simple hecho de interactuar con otros niños, con otros colegios del pueblo.
En el contexto escolar y deportivo, debemos analizar y decidir cuáles son los valores que merecen ser prioritariamente potenciados en función de los diferentes planteamientos educativos. La escuela integradora es profundamente educativa porque reúne a niños que tienen capacidades, intereses y aptitudes muy diversas y que han de convivir, trabajar y hacer camino todos juntos.
 Es por todos sabido o cuando menos aceptado que todo sujeto adquiere desde la infancia “una gran cantidad de conocimientos sobre nuestro mundo social, es decir, sobre las personas y nuestras interacciones con ellas, sobre lo que otros esperan de nosotros, sobre los distintos roles sociales, sobre nuestra sociedad y su funcionamiento, los sistemas de valores
y creencias, y sobre un sinfín de aspectos de la vida social” (Turiel, Enesco y Linaza, 1989. Pág. 21). Estas  normas y valores culturales de una sociedad generalmente se ven reflejados en las actividades infantiles, en el tipo de juguetes o en los juegos que los niños realizan, que juegan un importante rol en el desarrollo y socialización de los niños.

Pero debemos matizar que todos estos aspectos vendrán determinados por la sociedad o cultura donde el niño se desarrolle. No es lo mismo pensar en los valores, creencias, roles o normas de una sociedad occidental como la española, o estos mismos aspectos relativos a una sociedad más tradicional de otra parte del planeta. Entendemos entonces las normas y valores como algo cambiante, influidas por ejemplo por la evolución en las costumbres familiares, o por la evolución de los avances tecnológicos