sábado, 31 de marzo de 2012

¿Y SI NOS ESTAMOS EQUIVOCANDO?

Cuando uno se va introduciendo en el mundo de la cooperación, lleva ya algún tiempo, ha conocido algún que otro proyeto, ha tratado con alguna que otra organización, viaja y trabaja algo sobre el terreno, hablo al menos y exclusivamente por mí y por lo que a mí corresponde, se hace preguntas. Si aeso le uno mi componente "técnica" en cuanto a formación académica, para lo bueno o lo malo soy ingeniero, le surgen otras al hilo de las que antes?





Las primeras podrían ser del tipo; ¿Nos equivocamos con lo que hacemos en el tercer mundo?, ¿lo enfocamos bien?, ¿no será todo otro “montaje” occidental tanto dinero en cooperación?

¿Somos nosotros mismos, y no África, los que necesitamos la ayuda, para sentir que hacemos algo por los demás?

A las anteriores, le sumo esa vertiente derivada de mi formación y concluyo, que bien no lo estamos haciendo seguro, porque no solucionamos los problemas y medios hay...............a los ingenieros nos "pagan" para buscar soluciones y nuestras "cabezas" cuando no dan con la solución ante el problema nos dice, en algo nos estamos equivocando, recapitulemos, replanteemos el problema...................pues eso es lo que mi "cabeza" me lleva a pensar también con todo el tema de la cooperación internacional.


Y más  cuando lee a gente de esas tierras instruidas y formadas que dicen: Las ayudas al continente africano no son sólo inefectivas sino que causan daño a las economías de estos países. Estas ayudas crean dependencia y corrupción sin traer nada bueno a cambio”.


Quien lo dice es Dambisa Moyo (1969 - Lusaka, Zambia), cuyo curriculum  no es despreciable: Doctora en Economía por la Universidad de Oxford  - Máster en Desarrollo Internacional en la Universidad de Harvard. Graduada en Química por la Universidad de Washington D.C. donde también cursó un MBA. Trabajó para el Banco Mundial como consultora así como para Goldman Sachs, donde trabajó durante casi una década. Además, colabora con la revista Financial Times. Exmiembro del Cambridge University’s Centre for International Business andManagement (CIBAM), y del Royal Institute of International Affairs (Chatham House).Es Patrona del Absolute Return for Kids (ARK), un hedge fund que sostiene caridad infantil, y sirve en el Consejo de la Fundación Lundin para África, dedicada a iniciativas de microfinanciación. En 2009 fue elegida por Time Magazine como “una de las 100 personas más influyentes del mundo” y por el World Economic Forum’s como una de sus Young Global Leaders.


QUE ARGUMENTA:

En los últimos 50 años los países desarrollados han donado más de 2 billones de dólares estadounidenses a aquellos países más desfavorecidos en África. Pero nada de esto ha ayudado al continente negro a salir del pozo de la pobreza., por lo que Dambisia Moyo, pide el cese inmediato de las ayudas al Tercer Mundo


Consecuencias de estas ayudas

Los oídos de Occidente quedaban atónitos cuando escuchaban el mensaje de la africana. “Las ayudas al continente africano no son sólo inefectivas sino que causan daño a las economías de estos países. Estas ayudas crean dependencia y corrupción sin traer nada bueno a cambio”.

Pongamos un ejemplo. Samora es un buen hombre que lleva toda la vida trabajando. Él tiene vacas, ovejas y una huerta donde recolecta raíces todos los veranos. El excedente, tanto de la recolección como de la leche, se lo lleva su mujer Hluni al pueblo, donde trata de venderlo. Con ese dinero que se ganan justamente están ampliando su casa donde casi ya no caben después de haber nacido Mabula, su tercer hijo.

  • Al enviar Occidente un camión lleno de comida, Hluni, ve cómo sus clientes dejan de venir a comprarle sus alimentos, pues en la plaza del pueblo están regalando comida. Esto hace que no cuenten con suficiente dinero para seguir pagando a los albañiles que estaban ampliándoles la casa.

¿Qué se ha conseguido con esto? La destrucción del sistema económico de la aldea de Samora y Hluni. Cuando un país se hace dependiente de ayudas desaparecen valores importantes para la economía como son la recompensa, el castigo o la innovación. La gente deja sus trabajos volviéndose dependientes de esas ayudas.


Desgraciadamente, en los presupuestos actuales de muchos gobiernos africanos las ayudas están incluidas ya en los balances. Un claro ejemplo es Zimbabwe, donde ya desde hace años nadie paga impuestos, pero Mugabe sigue en el poder porque las ayudas siguen llegando.


Dambisia deja claro que no está en contra de las ayudas puntuales cuando ocurre alguna catástrofe, sino a las sacas de dinero que manda Occidente con los ojos vendados.

¿Se quiere ayudar?

La mejor ayuda que podría hacer Occidente a África sería eliminar todo tipo de aranceles permitiendo la entrada de productos africanos en los mercados occidentales. No hay peor cosa, que ver como gente poderosa de Occidente habla de África sin haberla pisado. Hablan de pobreza, guerras, enfermedades y no de las oportunidades que presenta el continente negro. No se para de crear organizaciones para mandar dinero, pero lo único que África pide es dejarle competir en los mercados occidentales.


Nota aclaratoria: el dibujo superior , que ilustra este comentario, no es ninguna critíca a la ayuda americana al tercer mundo, nos sirve para todos los paises occidentales. Pido disculpas si alguien se siente molesto por el mismo, pero es lo más gráfico que he encontardo. Reitero mis disculpas en todo caso.

Es por eso que Moyo propone soluciones como revisionar las leyes de la propiedad o establecer relaciones comerciales con China y la India que necesitan de sus alimentos y no ponen barreras en aduanas. La entrada de China en África es mucho más halagüeña que cualquier tipo de actividad de "comercio justo" creada en Europa. Su entrada ha creado más puestos de trabajo e infraestructura en los últimos años que los creados por Occidente en los últimos 50.

Por una nueva África

Ya saben, si quieren ayudar a África no manden dinero, presionen a su gobierno para que acabe con aranceles injustos. Todo esto beneficiaría de manera directa al consumidor que obtendría productos alimenticios a mejor precio en una época en la que el boom de las materias primas empieza a amenazar.
 (Esta ultima argumentación no solo se lo he oído, en este caso leído Dambisa, se lo he oído a gente con mucha experiencia vital en Africa, tales como Angel Olaran, Jose Carlos Rodriguez, con los que he charlado más de un rato al objeto de captar e intentar aprender algo para intentar ser más útil, entre ambos acumulan más de 60 años de vida en Africa, lo cual en mi opinión les hace voces autorizadas)

 Por lo menos, pensémoslo, hagamos autocrítica y quizás replanteémoslos lo que hacemos, lo que queremos hacer y como lo hacemos o lo vamos ha hacer, así podremos ayudarles.

 Reflexionar nunca hace daño, lo malo es cuando en la reflexión, quizás, alguno vea peligrar su “estatus”, tanto allí, como aquí.


Cada quien podrá hacerse su composición de lugar, con este libro y/o otros libros así como con otros artículos. Hoy me he remitido a una "voz" africana, en un proximo "post" lo haré desde una voz occidental.



Cuando la ayuda es el problema
Autor Dambisa Moyo
Fecha de Publicación: diciembre 2011
Precio: 18,00 €
ISBN: 978-84-96729-26-1



lunes, 26 de marzo de 2012

AHORA QUE EL PAPA ESTA DE VIAJE..............

Este post no tiene nada que ver con la religión como pensamiento o/y creencia  actitud ante la vida, nada.

Me confieso católico, nada practicante y creyente???, no se esto último a ciencia cierta, alguna creencia creo tener, simplemente lo traigo a colación como un hecho más, un hecho que ratifica, en otro aspecto el aislamiento y la “omisión” que sufre Africa y su gente.

No es una crítica al concepto de religión y lo que represente o no el catolicismo, creo ser respetuoso con cualquier creencia, del tipo que sea, siempre que esta sea respetuosa conmigo.

Una vez dicho esto, vamos a los datos y a la actitud hacia Africa:

De acuerdo a lo que he leído, la lista de los cardenales creados por Benedicto XVI con ocasión del ultimo consistorio se desglosa así por procedencia geográfica : 17 europeos (de los cuales 10 italianos), tres americanos y dos asiáticos. Ninguno de África.


Por qué el continente donde desde hace años crece más el numero de católicos y el de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa es el que tiene menos representación en los órganos supremos de decisión de la Iglesia?

El  centro de poder de la iglesia está centrado en Europa, el continente donde ocurre precisamente todo lo contrario a Africa: decrece el número de católicos y no hablemos  de las vocaciones.

Cierto que Africa no tiene demasiados cardenales, pero no se deja de hablar en este sector o en cualquier otro de la sociedad de madurez, del empuje de las jóvenes iglesias, reuniones como el Sínodo Africano y Africae Munus para que a la hora de la verdad con África se siga contando bastante poco en el panorama global de la Iglesia.

Tampoco parece que todo el “problema” sea de la “cabeza de la Iglesia y quizás, en este ámbito de la vida, se repita el esquema  que se da el la mayor parte de “mandatarios” de casi cualquier ámbito en Africa .

Para ello transcribo las palabras de mi amigo José Carlos Rodriguez, sobrado de experiencia en Africa y en el mundo de la Iglesia, dado que fue misionero comboniano.

(Madrid, 1960. Es licenciado en Teología (Kampala, Uganda) y en Periodismo (Universidad Complutense). Ha trabajado en Uganda de 1984 a 1987 y desde 1991 hasta el 2008, la mayoría de estos 17 años los ha pasado en Acholiland (Norte de Uganda), siempre en tiempo de guerra. )


“Quisiera evitar la tentación fácil de caer en el victimismo, enfermedad que con los años la experiencia acumulada va desapareciendo. Me resisto a creer que el haber pasado a las Iglesias locales de África por alto en este tema del nombramiento de cardenales se deba a la mala idea o la miopía de quienes aconsejan al Papa en este tipo de decisiones y tal vez haya que preguntarse si los aumentos numéricos que se dan en la Iglesia africana se correspondan con signos de verdadera madurez. Porque uno, que lleva ya mas de dos décadas trabajando con la Iglesia en este continente, al mismo tiempo que quiere a estas comunidades cristianas se da cuenta de que en muchos ambientes eclesiales africanos hay mucho de apariencia y poco de profundidad.


Un botón de muestra : en la ONG donde trabajo hemos preparado varios programas de radio y televisión locales para sensibilizar a la población sobre los derechos de los desplazados. (Hasta mediados de febrero ha estado en El Congo, en Goma, de hecho ambos coincidimos en Kampala él a su vuelta de Goma, yo a la vuelta de Bujagali)  Hemos intentado que algún responsable de la diócesis haga alguna declaración en la que recuerde que este domingo los católicos recordamos a quienes han tenido que huir de sus hogares, pero todo ha sido en vano. El obispo lleva varios meses fuera de la diócesis, en Europa (cosa que suele ocurrir con bastante frecuencia en diócesis africanas), y nadie en el obispado esta dispuesto a decir nada que pueda molestar al gobierno (para quien oficialmente no hay refugiados ni desplazados en el país).


Además, este próximo domingo la diócesis de Goma no dirá una palabra sobre la jornada de los refugiados porque tienen otro programa distinto: presentar a los nuevos responsables del apostolado seglar en una celebración multitudinaria que se celebrara en la amplia plaza al lado de las oficinas diocesanas. Ya saben : en casa del herrero, cuchillo de palo.

Todo esto no me resulta nuevo. Durante mis años en Uganda he visto diócesis en las que en las raras ocasiones en que el Obispo hablaba, lo hacia para transmitir mensajes que daban la impresión de que la Iglesia vivía de espaldas a la sociedad en la que se encontraba. Por supuesto que África es muy grande y en ella hay situaciones muy distintas y no se puede generalizar, pero mucho me temo que situaciones como la que acabo de describir son mas frecuentes de lo que uno se puede imaginar, y que hay demasiadas diócesis en África en las que abundan los casos de corrupción, de abuso de poder, de clericalismo puro y duro y de estilos de vivir y de hacer que tienen muy poco que ver con el Evangelio.