Continuando con esos pensamientos y que iniciaba en el post
anterior, en el que daba mi visión personal sobre organizaciones, estados y/o
gobiernos, entidades todas de cierta entidad o envergadura que “pululan” o se
enmarcan bajo el “epigrafe” de Cooperación Internacional, continuaría con otra
vertiente más personal, entendiendo personal, como actitud individual, esa que cada
uno de nosotros opta a la hora de abordar ese mismo mundo de la Cooperación
Internacional:
Solidaridad - Caridad.
Como preámbulo
ante lo que a continuación pueda desarrollar sobre cooperación, quisiera
empezar por unas palabra, unas de esas palabras que pueden retumbar en la
cabeza largo tiempo, en la mía lo hacen y las tengo guardadas y que deberían
ser un referente para todos y que en unas pocas líneas y en unas pocas palabras
resumen, mucho de lo que podamos escribir
Las pronuncio
Angel Olaran (en su intervención/discurso en la entrega de la distinción
guipuzcoano 2010). http://www.angelolaran.com/angel-olaran/
Mis sentimientos se
contradicen ante esta celebración, en la que intuyo que, los hay de admiración,
de apoyo a una parte vulnerable de la Humanidad. Y por otro lado, se que la
naturaleza de este servicio, es paliar en algo la miseria económica, no procede
este tipo de celebraciones.
Visto desde el mundo
enriquecido se aplaude este tipo de servicio. Visto desde el mundo empobrecido,
este aplauso puede producir náusea.
Lo que realizamos y nos incitan a realizar es: Solidaridad o
Caridad, teniendo además en cuenta que rápidamente nos olvidamos de ese “hecho”
que nos ha movilizado
Ambos términos y acciones son claramente virtudes
personales, positivas en términos de
construcción social, pero como bien definiera en uno de sus textos Eduardo
Galeano, la caridad es vertical, y la solidaridad horizontal.
En términos
caritativos “yo que tengo, te doy a ti que necesitas”, en términos solidarios “yo que puedo me pongo a la par tuya para
hallar soluciones sustentables”.
La caridad es eventual, la solidaridad es permanente. La
caridad es sensorial, la solidaridad es absolutamente proactiva. La caridad es
movida por el amor al prójimo, pero la solidaridad, en el mismo amor, produce
no sólo la identificación con esa carencia ajena, sino mi involucramiento.
Recurriendo a sus definiciones y/o procedencias etimológicas
La palabra Solidaridad
tiene su raíz en el latín, aunque su procedencia no es directamente de la
lengua latina sino a través del francés, que parece ser el primer idioma en
utilizarla. La raíz latina está en la familia de las palabras de sólidas, con
el significado de “sólido”, “compacto”, “entero”. En esta raíz etimológica de
la palabra encontramos “dos universos significativos: el de la construcción
(algo construido sólidamente) y el de la jurisprudencia (obligaciones
contraídas in solidum, es decir mancomunadamente). Del primero quedará la
lógica orgánica en el concepto de solidaridad: la unidad de un todo en el que
las partes están sólidamente trabadas. Del segundo quedará la exigencia de
compartir el destino entre las personas implicadas en una causa, surgida del
acuerdo mutuo.
Caridad es sin embargo un término surgido del latín caritas, que significa carencia de algo, y designa la virtud de la caridad como la acción de dar ese objeto carecido al sujeto destinatario de mi “caridad”. En la mitología griega existen las carites o gracias, referidas a dones superiores, cedidos por la deidad. Con la religión católica el término caridad fue traducido directamente como un tipo de amor (el ágape) en cuya manifestación nos amamos unos a otros, supliendo –como sucedía en la iglesia primitiva con la abundancia de unos la carencia de otros.
En base a lo dicho que diríamos de nosotros mismos como sociedad, como raza humana; ¿somos solidarios o somos caritativos?.
Como planteaba en el post anterior de este blog ; ¿somos
capaces, estamos dispuestos a renunciar a
parte
de nuestro bienestar, a tomar medidas y decisiones que afecte a nuestro estilo de vida de alguna
forma, para equilibrar esa balanza de desigualdad existente entre países y
seres humanos, bienestar y estilo de vida procedente de la explotación de recursos
medios y otra serie de decisiones que impiden su desarrollo y si permiten por
el contrario el nuestro
Gestos de caridad tienden un generoso manto de piedad sobre
problemas fundacionales que aguardan aún una verdadera y responsable
manifestación de quienes, viendo la cruda realidad, se dispongan a cambiarla.
En estos días convulsos, entre las noticias de economía y política que cada día van minando la esperanza colectiva, ahi estas tú devolviendonos a realidad, Llego hasta aquí movida por la curiosidad después de leer una noticia sobre tí publicada hoy en Diario Vasco. El comienzo promete, solicitas ayuda sin que medien intermediaros. Seguimos, atractivo, sensible, deportista, de profesión liberal, vaya, no te podían hacer mejor anuncio. Una pequeña reseña al padre Olaran... aquel gran gesto, amargo, pero lleno de verdad. Me preguntaba si en la jungla civilizada aún quedarían seres humanos, algo de verdad, de humanidad. Me sorprende que alguién de tu posición presumiblemente de vida acomodada se preocupe por los descastados, los olvidados, me preguntaba si es humanidad, caridad, solidaridad? Sea lo que sea, lo que está claro que el hecho de movilizarte ya te convierte en excepcional.
ResponderEliminarViendo el vídeo, por cierto hermoso sobre tu vida en 7 minutos, me preguntaba si no serán más felices ellos con lo que no tienen.
Saludos desde San Sebastián
No dudo que son más felices. Sus necesidades son las básicas. Las nuestras son miles y creadas por el mercado.
ResponderEliminarMis antepasados vivian en casa de adobe con techo de paja. Se alumbraban con lámparas , se levantaban cuando salía el sol y se acostaban al llegar la noche.
Tenían su huerta, sus animales, su leche. Había tareas estacionales y nunca les faltaba la materia prima para encender la cocina de hierro.
Fabricaban sus ropas, hilaban la lana, tejían... Sus cobertores y almohadas eran de pluma de ganso, mantenían los quesos, carne, manteca en fiambreras colgados bajo un árbol especial al que no se le arriman las moscas.
Se hacían y arreglaban sus herramientas, inventaban los juguetes cultivaban la tierra y guardaban en trojas o en conservas para todo el año. (Hasta cargaban las baterías con un molinillo de viento.)
Sabían que yuyo era bueno para que cosa, conocían y respetaban la flora y fauna que los rodeaba porque ellos se consideraban parte de ellas.
Toda la familia trabajaba y cumplía un rol en la economía familiar.
Viéndolos desde este lugar, donde la gente paga miles de dólares para llegar a Brasil para el mundial de Futbol, donde todos deben ponerse una camiseta del color de la selección, donde millones de personas se endeudan y hacen hasta lo mas impensable con tal de PERTENECER al "Club de la felicidad" podría decir que mis abuelos eran felices.