viernes, 25 de septiembre de 2009

LALIBELA






HISTORIA Y LEYENDA SOBRE ROCA VIVA

Todo empezó en la segunda mitad del siglo XII al nacer un príncipe en el seno de los Zagwe: el más joven de la dinastía reinante e hijo de ZanSiyum. Según la leyenda, siendo aún recién nacido, su madre observó un día que un enjambre de abejas cubría su cuna; viendo en ello un significado de futura grandeza exclamó: ¡Lalibela!, que en lengua agaw significa- “ las abejas reconocen su soberanía”- dándole desde entonces este nombre.

Según la tradición, siendo Lalibela un muchacho fue envenenado por Harbe, a la sazón monarca reinante y hermanastro suyo, dada la envidia que despertaba en él el futuro augurioso de Lalibela. Estando Lalibela en plena lucha por la vida, unos ángeles lo trasportaban al cielo donde Dios le reveló su futuro: sobreviviría y sería rey, pero a cambio le construiría, siguiendo su plan, diez iglesias de una grandeza nunca alcanzada.

Lalibela pasó su juventud dedicado a la vida monástica y partió de peregrinación a Jerusalén, hecho que según la leyenda tuvo lugar por intercesión de unos ángeles que lo transportaron a la santa ciudad. A su regreso, y apoyado por los clérigos, tomó el poder con el nombre de Gebre Mescal (Servidor de la Cruz).

Aunque la dinastía de los Zagwe surgió y se asentó en Lasta- las altas mesetas al sur de Aksum- no dejó de reconocer a esta ciudad como centro de la fe cristiana. El agaw fue la lengua dominante pero el geez continuó como legua religiosa.

Cuando Lalibela alcanzó el trono, estableció su centro capitalino en plenas montañas de Lasta, denominando el lugar Roha. En ello se ha visto la conmoción que causó en el universo cristiano la conquista por el atabeg Zanki (Selyúcida) en 1144 de la ciudad-estado cristiana de Roha (Odessa)

Lalibela extendió su reino y durante 20 años, el tiempo que tardó Salomón en construir el Templo de Jerusalén excavo la rojiza roca volcánica de Roha para erigir diez iglesias.

Según la leyenda, al amanecer los ángeles bajaban del cielo para ayudar en la ingente obra, pero sobre todo eran sus trabajos nocturnos los que la aceleraban. Estas leyendas y tradiciones solapadas a hechos históricos fueron recogida dos siglos más tarde en la Actas de Lalibela (siglo XI), época en la que también aparecen la Actas del Abuna Gebre Menfes Kedus que nos relatan los últimos días del rey Lalibela. La tradición popular relata que Gebre Menfes Kedus llegó desde Egipto a la corte de Lalibela en Roha, precedido de un halo de santidad.

Tras un perido de tiempo, el monarca y el santo se dirigieron hacia las tierras del sur y un día, al llegar a un paraje cercano a la montaña de Zukuala, el monje solicitó al soberano que le erigiese en ese lugar una iglesia como las que había erigido en Roha, pero en poco tiempo, pues le vaticinó que estaba próximo el fín de us vida. Lalibela accedió y así surgió la iglesia monolítica de Adadi Mariam que se puede actualmente visitar a unos 60Km al sur de la actual Addis Abeba.

El santo monarca regresó a Roha muriendo al poco tiempo (1220) y siendo enterrado en Beta Gólgota, una de las iglesias por él erigidas. A su muerte la capital de los Zagwe, Roha, tomó el nombre de Lalibela, nombre que ha permanecido hasta nuestros días.

A pesar de que la tradición salomónica-aksumita consideró a la dinastía Zagwe como ursurpadora y a pesar de que el centro religioso continuó siendo Adsum, ello no mermó que la dinastía estuviera fuertemente vinculada a la Iglesia y tampoco fue obstáculo para que además de Lalibela, otros dos reyes de la dinastía –Yemrehana Cristos y Naakuto Laab- fueran santificados por la Iglesia etíope. No deja de sorprender que entre los santos propios de la Iglesias Ortodoxa de Etiopía sólo figuren ocho santas. A una de ellas Mescal Kabara, esposa del rey Lalibela, se le atribuye la construcción de Beta Abba Libanos, undécima iglesia de Lalibela: la Jerusalén Africana.


LA JERUSALÉN AFRICANA.

Dejando aparte las leyendas recogidas por la tradición, parece ver que el rey Lalibela quiso dejar una constancia de su reinado acometiendo la construcción de las iglesias monolíticas en Roha. En ello quizás influyeron varias circunstancias, una de las cuales pudo ser probable viaje a Jerusalén. Hay que tener presente que la peregrinación a la ciudad tres veces santa encerraba en esa época un alto riesgo para los peregrinos cristianos etíopes ante la fuerte presencia musulmana; no olvidemos que Saladito conquista Jerusalén en 1187. Teniendo esto presente, no es de extrañar que quizás el rey Lalibela, en este derroche de creatividad religiosa, buscó una forma de “legitimarse” no sólo ante la Iglesia, sino también ante el pueblo, al construir un imitación de Jerusalén cuyo peregrinaje sería sustitutivo y al mismo tiempo seguro.

Habría que añadir a lo anterior que en los años precedentes a la dinastía Zagwe, la anarquía y las guerras conllevaron la destrucción y saqueo de muchas iglesias y quizás Lalibela quiso restaurar los lugares de culto y peregrinaje arrasados, al tiempo que perpetuaba su memoria. De lo que no hay duda es de la fuerte identificación que existe entre Jerusalén y Lalibela y que dicha identificación está fuertemente arraigada en la tradición cristiana etíope. Una tradición seña la existencia de un túnel subterráneo que comunica Lalibela con Jerusalén.

El conjunto artístico-religioso está formado por once iglesias, aunque en la actualidad se está considerando una pequeña gruta como la duodécima iglesia. Un pequeño torrente que recoge sólo las aguas de lluvia, separa a los dos grupos de iglesias y cuyo nombre, el Jordán (Yordanos), ya nos transporta a Tierra Santa. Un grupo con seis iglesias está situado al norte del Jordán, estando al sur el otro grupo con cuatro iglesias. La undécima iglesia es la de San Jorge y está separada de ambos grupos en la ribera septentrional. Una sólida cruz monolítica sobre el Jordán marca el punto de inicio de la peregrinación a las 11 iglesias.

Aparte del río Jordán, nombres como la Colina del Calvario, con la tumba de Adán, Bethelem, el Monte Tabor al nordeste de Lalibela… son un ejemplo de la identificación con Jerusalén.

Hay evidencias que señalan que las Beta (casa) o iglesias se identifican tanto con los Santos Lugares de la Jerusalén terrestre (Getsemaní, Santo Sepulcro…) como con aquellos que simbolizan la Jerusalén celestial (infierno, purgatorio, cielo…).

Un complicado sistema de túneles y estrechos pasadizos con grutas, criptas y galerías crean una Lalibela subterránea que comunica entre sí, en el primer conjunto a Beta Denaghei y Beta Gólgota (hoy cerrado) y en el segundo conjunto, a todas sus iglesias; si bien algunos túneles, por seguridad, han sido clausurados. También se ha argumentado, sin fundamento, sobre la probable existencia de túneles comunicando los dos grupos y la iglesia de San Jorge.

Sólo cuatro de las once iglesias son propiamente monolíticas, es decir, unidas a la roca volcánica sólo por su base, las demás tienen sus muros con diversos grados de separación, plantas distintas y más o menos subterráneas o excavadas sobre roca. Se ha aducido razones para ver en estas construcciones la mano artesanal y creativa de otros pueblos. Desde influencias egipcias, armenias o indias hasta la fantástica y novelesca intervención de los templarios en busca de la Arca de la Alianza, según un best seller mundial.

Quizás sólo exista cierta influencia helenística y siríaca legada a iglesias previas etíopes, por lo que debemos desconsiderar este arte como un legado etíope. Así, el estilo de las mismas y cada elemento de sus detalles es esencialmente etíope y se puede encontrar repetido a través de los siglos en los edificios construidos progresivamente desde el periodo de Aksum. Ningún país ha realizado excavaciones del mismo tipo.

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