Esta historia me la contó Daniel del Olmo
(cooperante en Kitgum)
El otro día fue uno de los peores días que he pasado, no sé si atreverme a decir de mi vida. ¿Os acordáis de Vincent, el chaval de la silla de ruedas? Bien, resulta que desde el sábado llevaba malo del estomago, los dos chavales -de los mayores- que habíamos acordado para que se hicieran cargo de él (por supuesto, por una pequeña remuneración económica semanal) no cumplían con su labor. El domingo por la noche volví a ver a Vincent desnudo y eso que le dimos parte de nuestra ropa -de Zach y mía-. Empecé a preguntar que si la ropa se estaba secando (como se hace pis y caca encima, puede ocurrir que no cuente con más mudas). Lo peor de preguntar es que obtienes respuestas. Me enteré de que no sólo le habían robado la ropa, si no que llevaban 4 días sin lavarle y las últimas dos noches le habían dejado durmiendo en la silla de ruedas en vez de meterlo en la cama.
Vincent, (alumno con parálisis cerebral), jugando por
primera vez a boccia, junto a Javier Pinilla, técnico colaborador del CDI (Inef) Centro de deporte inclusivo, un especialista en este tipo de trabajos.
El lunes, y tras
haber pasado una noche fatal pensando en los hechos que habían ocurrido, vi la
gota que colmó el vaso. El hombre al que Teddy paga por encargarse de trabajar
con Vincent decidió aparecer (Oh, milagro). Y una vez más, en vez de tener
paciencia, dado que es un niño con una discapacidad física y mental, volvió a
desahogarse con una de sus palizas. Afortunadamente lo vi (el hijo de puta se
solía esconder para que no le pudiésemos ver). Lo paré y le dije que ni se
dignase a volver más por la escuela ni pensase que le íbamos a pagar nada. Se
que fue una decisión precipitada -a fin de cuentas yo no soy quien para
despedir a nadie, solo soy un voluntario que trabaja aquí- pero me dejé llevar
por la rabia y la
impotencia. Al momento llamé a Zach para comunicárselo. Me
dijo que había hecho lo correcto, pero que Vincent no podía seguir en la
escuela, que no podíamos hacernos cargo de él. Me sugirió que preguntase en el
otro centro para niños discapacitados de Kitgum (mucho más adecuado a la
problemática de Vincent). Me dijeron que sin problemas, que lo llevase al día
siguiente.
La noche del lunes
fue una de las más largas que yo recuerde. No pude pegar ojo pensando en que al
día siguiente tendría que despedirme de Vincent. Es increíble el ver como en
tan solo 20 días le puedes coger tanto cariño a alguien. ¿Os acordáis de las
campañas de verano de "No le abandones. Él nunca lo haría"? Pues me
sentí igual. Era como si el problema fuese demasiado grande para nosotros y nos
limitásemos a escurrir el bulto.
Lo mas duro fue ver como, a la mañana siguiente, Vincent me recibía con una sonrisa de oreja a oreja porque sabía que la ropa que llevaba era para él. Lo malo es que no sabía el por qué se la llevaba.
Lo demás es
historia. Pasé los peores 5
kilómetros de mi vida empujando la silla de ruedas desde
el cole hasta su "nueva casa". No por el esfuerzo físico o el
calor...
Y al fin hoy han
empezado las clases y creo que el Karma ha jugado otra de sus cartas. Tras todo
lo ocurrido esta última semana, nos ha devuelto el golpe en forma de un niño de
7 años, sordo, procedente de Padder (cerca de donde Vincent es). ¿Os podéis
imaginar su nombre? ¡Efectivamente!. ¡Vincent!. Una vez más (y llevo toda la
mañana riéndome de esto) sólo cabe decir “Palare kakare” (lo
imposible es posible).
La sorpresa!!!!! Vincent volvió al colegio mientras estaba ahora allí,finales de octubre y primeros de noviembre..............imaginar lo que nos alegramos y Dani, ni os cuento
No se lo que se debe sentir y
menos un niño al verse en una situación de abandono como esta, son de esas que te desgarran por dentro, de las que no sabes que explicarle..................pero los niños, aquí y allí son "supervivientes" y como digo la sonrisa no tardo en imponerse, los juegos tampoco, tenía otros amigos, otros niños que no pasaron ese "trance" ellos, sabian que no iban a venir a buscarlos, ellos no tenían nio esa posiblidad, como diría mi abuelo, "ha todo hay quien gane ene esta vida"
Otra es la de la chica de ruedas de la derecha, una chica que conocí la primera vez que estuve, lista, viva, inteligente y con unas especiales ganas de aprender. Su deficiencia era una parálisis de medio cuerpo y una poliomielitis “a la africana”, sin concesiones. Después de cenar cuando conseguí que hubiese luz en las aulas, era la que más estudiaba, la que más se interesaba por preguntarme cosas.
Era cariñosa, me daba la mano
para que estuviera con ella, siempre siempre me me acercaba, me la cojía como en la foto, me saludaba siempre, creo que creamos una
complicidad entre ambos, esas sonrisas cómplices cuando nos cruzábamos.
En abril, al volver la busqué y no la vi, pregunté a Teddy, no había vuelto, al igual que Vincent, era una chica que necesitaba ayuda al igual que él y no se lo podían “permitir”, me dio mucha pena, pero así es la vida y allí, no hay ni “envoltorios”, ni “lazos” de adorno, es la vida en estado puro.
(De nuevo con ella, y su mano, también faltaba el chico que está de pie, no recuerdo su nombre ahora, la otra chica, la de la silla de ruedas, tiene una voz que encandila, canta que enamora)
Porque la ausencia no implica el olvido.
Intentemos cumplir o luchar por “Palare
kakare” (lo imposible es posible).
lo imposible es posible, si señor! :)
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