miércoles, 28 de diciembre de 2011

UN DIA EN EL MERCADO

Hay hábitos y costumbres, absolutamente normales por aquí que no lo son tanto en otras partes, escenas cotidianas de un día a día que hacen o bien que a veces te desesperes un poco y otras te las tomes con humor y con filosofía, al fin y al cabo estas en su “casa” y esas son sus hábitos, sus circunstancias y quizás muchas de la veces, somos nosotros los que “sacamos un poco los pies del tiesto” con algunas “exigencias”.

(Foto: Asayta- Provincia de Afar- Etiopia)


LOS MERCADOS en Africa, la vida gira alrededor de las calles y plazas que se dedican al comercio, esos lugares anárquicos donde comprar semillas de cardamomo, casetes con música, carne de mono, ropas explosivas o, simplemente, donde charlar, ver pasar la tarde y, tal vez, cortarse el pelo al estilo de la región. Los mercados son el centro de la vida, son el principio y el final del camino, el mejor museo, otro punto vital en su vida, en la vida. (Ya hablamos en su día del árbol, otra "figura" imprescidible, inevitable en la vida africana http://electricidadsolidaria.blogspot.com/2011/09/el-arbol-en-africa.html)

Una escena en el mercado, real y personal de quien suscribe: hay que comprar bastantes alimentos, ya que queremos hacer algo “especial para comer” en el colegio y claro, somos muchos,  ha sido mi cumpleaños y si hay fiesta, la hay para todos somos más de 140 ese día, o sea “fiestón”,

Empezamos las compras, lo que se compra es lo de menos, la pregunta  que se hace es: “¿Me podría dar una factura cuando termine de comprar?”. La escena puede tener lugar en cualquier mercado africano, ante una señora ataviada con sus coloridos que me mira sonriente y  responde “Sí, sí, sin problemas” seis o siete veces mientras empieza a llenar bolsas con lo solicitado, hortalizas, tomates, patatas……..primeros artículos de la lista de compra.

(Foto: Djenné Mali, plaza de la Gran Mezquita)


Los productos se van amontonando en sus bolsas a nuestros pies. Alrededor nuestro merodean algunos de los niños de la calle que abundan por las inmediaciones del mercado.  Vamos sacando la cartera y pagando por los alimentos que acabo de comprar, y a pensando en ir a la busca de lo que aún nos falta a los siguientes puestos, la señora –que no pierde su sonrisa ni un momento, el “negocio” realizado” con este muzungu español, lo merece (aunque la sonrisa en Africa, al contrario que aquí, no es un bien escaso)- me dice que espere. “Perdone, ¿a dónde va usted, madame?” . Apenas le da tiempo a volverse. “A buscar un libro de facturas, siéntese, señor”.

(Foto: Wukro- Provincia del Tigray- Etiopia)
La mujer no tiene un libro de facturas. ¿Por qué habría de tenerlo? En un día normal puede vender un puñadito de su mercancía que extiende delante de ella sobre una tela vieja. Pero conoce a una amiga suya que tiene un kiosko y que sí tiene esos papelitos que a veces piden los pocos blancos que van a este mercado, (muy pocos, que para eso tienen el supermercado “Shoppers” con aire acondicionado y un guardia de seguridad uniformado a la entrada) y al rato llega la señora sin perder su buen humor con un exiguo librito y un bolígrafo y me dice que escriba lo que yo quiera, mientras me dice entre risas que a ella sus padres no pudieron pagarla la escuela, la casaron muy pronto y no pasó del segundo año de primaria y ya no se acuerda de cómo escribir.

El librito de recibos en cuestión no tiene el nombre del proveedor. Aquí podría sería un problema, pero gracias a la confianza de la gente que “soporta” esta idea, este proyecto y nuestra forma de actuar no supondrá mayor contratiempo.
Cualquier otro tipo de organización conforme a las exigencias contables requeridas y a las posibles exigencias  que los financiadores reclamen sobre sus cuentas y el dinero donado para el proyecto en cuestión, exigen facturas oficiales con: nombre del proveedor, nombre del cliente con su número de identificación, número de factura, fecha, especificación de los artículos adquiridos con el precio por unidad y el precio total en dólares, más el sello de “pagado”, por lo que la mayor de las veces ellas “se pierden” este contacto local y han de recurrir a otro tipo de proveedores.

(Foto: Kitgum - Uganda)
 Intentar explicar a la señora que nos ha atendido de lo anterior podría ser cuando menos curioso, imagino su cara de asombro y extrañeza ante tanto requerimiento y necesidad, si además me da un “block de notas” y me deja escribir lo que quiera

Por intentar algo más “forma” que rellenar yo la hoja en cuestión, lle digo que no se moleste, que en ese caso lo que me haría falta sería un sello de su… ¿lo llamo empresa? ¿pequeño negocio? “Sí señor, ya se lo que usted necesita”, me responde. “Yo no tengo sello, pero no se preocupe que tengo una prima aquí a la vuelta del mercado que ella sí que tiene un sello”. Sin esperar a que yo pueda reaccionar, sale corriendo y me vuelvo a sentar en el taburete que me ha ofrecido la primera vez, mientras me entretengo charlando con los dos chicos de la calle a los que ya he respondido por décima vez que les agradezco su ofrecimiento, pero que no necesito ningún ayudante que me lleve las bolsas.
(Foto: Bamako capital de Mali)
Pasan otros quince minutos y vuelve la señora con un sello y un tampón. Lo estampa en la factura en blanco, y su débil impresión escasa de tinta ocupa la mitad del documento de compra. Le digo que si no sabe escribir, que haga el favor de pedir a alguna de sus compañeras que lo haga por ella. Finalmente, una de ella se presta a hacernos el favor.
-Lo primero, la fecha de hoy, siete de …


La mujer aprieta el bolígrafo con determinación, concentrándose como si estuviera haciendo un trabajo de alta precisión, como cambiar alguna piececita del engranaje de un reloj.
-Ahora, escriba el nombre del cliente. Cópielo de aquí, donde lo he escrito, madame.
-NUCBACD…….....

-Pero con las letras más pequeñas, por favor, madame, que casi ha ocupado usted ya toda la línea y aún nos falta por poner la dirección y el número de identificación…

(Foto: Wukro- Provincia del Tigray- Etiopia) Lo que veis es sal.

Mientras tanto, a nuestro alrededor, se ha formado un corrillo de chavales y señoras de los puestos vecinos que siguen con atención la evolución de la tarea de documentar el gasto de patatas y pescado que hacemos para los chavales del centro donde tenemos el proyecto. Pienso por un momento que si tuviera una cámara de vídeo a mano, lo grabaría para presentárselo a los financiadores.

Pasan otros diez minutos.
-Muy bien, señora, ahora ponga usted abajo: “10 kg de patatas”, y a continuación: “80 tomates”.
-¿Le parece bien así?
-¡No, por favor! Pero si ya ha ocupado usted toda la línea. Que ahora hay que poner el precio por kilo y el precio total…
-No se preocupe, que lo pongo en la línea de abajo, aunque me parece que no me va a quedar sitio para escribir la compra de las hortalizas  (Foto: Kitgum - Uganda)


Finalmente, completamos la operación, y cuando la señora de las telas coloridas me estampa el sello de “pagado” con un decidido puñetazo que hace temblar la frágil mesa donde se amontonan losproductos, me doy cuenta de que hemos tardado 45 minutos en elaborar la factura terminar la compra
Me despido de ellas, es decir de las dos señora que me han ayudado, y del resto de la gente que tengo alrededor de mi, mientras me preguntan que si voy a volver mañana no debo preocuparme porque tendrán ya preparado el libro de facturas para que me resulte todo más fácil.

La verdad que hay momentos en los que puede resultar desesperante, pero lo mejor es hacerse otro planteamiento, pensar, por lo menos, con el tiempo que cuesta conseguir una bien hecha acaba uno por hacer amistades en el mercado. Al fin y al cabo es su mundo y su vida y nos introducimos en ella y hay que aceptarla como es, ya avanzarán hacia otras formas y modelos.

MERCADOS DE AFRICA.............UN SITIO SIEMPRE RECOMENDABLE
Nunca dejeis pasar la oportunidad de "perderos" en un mercado de Africa o de cualquier parte del mundo, al igual que antiguamente aquí, yo aún recuerdo los de Tolosa (Guipúzcoa), (El tinglado, la Pza Justicia y la Pza Lechuga, sitios de mercado en mi pueblo, bajar los sábados con mi madre a la compra de verdura y hortaliza.............escaparme otro días a la feria de ganado y con las distancias propias de culturas y lugares hay cosas que no cambian, todo mercado supone un punto de encuentro (semanal, la mayor de las veces), siempre un punto de color y olor, un punto de algarabía, "cotizaciones" y gritos del mejor postor y precio, regateo, comercio, "enfados" , precios imposibles y cierre de tratos con estrechamiento de manos, intercambios de moneda, sin "moneda de plastico"............................siempre y en todo el mundo suponen VIDA.

Un libro para alimentar ese "gusanillo" de ir a conocer, no a que nos lo cuenten , con fotos mejores que cualquiera de las que yo os pueda mostrar: "MERCADOS AFRICANOS" de Sergi Ramis Ed. Altair, pero donde os llevo la "ventaja" de haber vivido lo que os he contado......................pero todo es un inicio, yo también tuve el libro antes de "pisar" Africa










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