De una u otra manera desde hace ya algún tiempo, (si ya lo hacíamos antes del verano, cuando este blog se "fue de vacaciones" y durante el verano que ha sido uno de los temas recurrentes y permanentes) todos vivimos con el estómago algo encogido, o se nos encoge súbitamente cuando las palabras de moda “saltan” por todas partes, conversaciones, telediarios, prensa y demás medios, crisis, recesión, recortes………………….y la que hasta ahora todos pensábamos que era la hija de nuestros tíos y no, no lo es, la dichosa “prima” y la cual no coincide para nada con esa imagen de juventud y veranos de reuniones, esa chica simpática, llena de pecas, amiga y compañera de juegos veraniegos……………que ahora ya es mayor como uno y cuando coincides en reuniones familiares, hablas de lo primero y que nos acucia a todos.
A veces pienso que en esto también han sido hábiles, esos
que se han encargado de poner el nombre a las cosas económicas, por que si todo
está siendo dramático con la alegre y simpática prima…………….imaginemos donde y
como estaríamos si les da por denominarla suegra (con mis respetos para las
suegras del mundo que seguro que las hay la mar de majas, pero nadie duda que el
“san benito” o connotaciones que este nombre conlleva en el imaginario popular,
no son las mismas que las de una prima).
La realidad actual y la consecuencia de todas esas palabras,
convenientemente “aderezadas” nos llevan a otra palabra, austeridad, la cual y tal como se está presentando realmente da
miedo, pero quizás la palabra en si y lo que ella significa no sea tan dramático.
La austeridad, consiste en prescindir de lo innecesario. Este concepto se puede contraponer contra el “feroz consumismo”.
Alguna, en algún post anterior, ya he escrito que desde mi
punto de vista esta crisis en al que nos hayamos inmersos es más profunda y va
más allá de los simples términos y parámetros económicos, es una crisis de valores y en la resolución
de la misma si queremos que sea consistente habremos de ahondar en los mismos.
Una persona austera no ha de identificarse con una persona
gris, rácana o mezquina, sino más bien con una persona libres, capaz de elegir
y saber lo que es necesario y aquella que no aumenta exponencialmente sus
necesidades.
Decía Eurípides,
filósofo griego: “Al hombre comedido le basta con lo suficiente”
Y Lucrecio, este
latino, decía: “Es una gran riqueza para el hombre vivir parcamente y con ánimo
sereno porque así no tendrá jamás penuria del poco”
Quizás estas sentencias de pensadores antiguos puedan
servirnos para enfocar la austeridad que ahora se pregona como arma arrojadiza
y con claras connotaciones negativas hacía una visión más positiva, además esta
actitud vital nos lleva a tener y manifestar un respeto por los que ahora comparten el mundo con
nosotros, por el futuro de los que vendrán detrás y por el entorno.
Tal y como hemos vivido hasta ahora la austeridad es un reto
vital, pero no por ello conlleva a que no seamos más libres con menos, nos
haría mejores como seres humanos.
¿Porque no intentarlo, aprovechando las circunstancias y
coyuntura actual?
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